Todo comenzó
hace poco más de 10 años. En el lugar dónde me congregaba, el Señor había
iniciado un movimiento de reforma interna poderoso en el que día a día abría
ante nosotros Su Reino y despertaba un hambre cada vez mayor por Su Presencia y
por ver Su voluntad manifiesta en cada área de nuestras vidas, familias,
ciudades y naciones.
Era un día
domingo, estábamos orando por las ofrendas que se entregarían al acabar el culto
y en mi corazón pesaba la discrepancia que veía al considerar la gran cantidad
de promesas llenas de bendición y abundancia descritas en la palabra para los
hijos de Dios que obedecen Su voz y temen a Su nombre, y la realidad que veía
en tantas personas y familias que con una disposición completa al Señor, parecían
no acceder a esa vida abundante y llena de bendición que el Señor nos entregó
al dar su vida y resucitar por nosotros.
Si hay
bendiciones explícitas por la obediencia[1]
o por el temor de Jehová[2]
¿será que no somos obedientes o que no le tememos? Si Jesús se empobreció para
enriquecernos[3]
¿habrá algo que no estamos creyendo? Siendo benditos con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales[4]
¿debemos creer que transitar la vida terrenal está desasociada de esa realidad
en el espíritu? Ver al padre de la fe y al primer heredero siendo temidos por
su influencia, riqueza y posesión territorial[5],
y sus hijos recibiendo una herencia abundante[6],
con promesas generacionales poderosas sobre territorios y naciones[7],
me llamaba a preguntar si habría algo que debíamos reconsiderar en nuestra
manera de creer y vivir para poseer la plenitud de vida que Cristo nos dio por gracia.
Mientras clamaba
al Señor creyendo en que su deseo era que cada hijo accediera a esa vida
abundante, oí Su voz con tanta claridad que marcó el sentido de mi propósito hasta
el día de hoy; abrió una visión en la que podía ver graneros abundantes y me
hablaba diciendo que esos graneros pertenecían a Su iglesia, pero que sus hijos
no los poseían porque no conocían los principios necesarios para
administrarlos. Me dijo: “los recursos del
Cielo se administran conforme a los principios del Cielo, por esto, para
acceder a estos recursos es necesario vivir conforme a los principios que les
hacen confiables para administrarlos”.
Desde ese día
comencé a oír y vivir de continuo una serie de experiencias que hoy me impulsan
a abrir este espacio con el fin de exponer una serie de principios y
reflexiones que nos permitan examinarnos y cambiar nuestra manera de pensar,
para sumergirnos con mayor plenitud en la vida que el Padre preparó para cada
hijo como un heredero de Su Reino en
la tierra.
El ladrón no
viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia.
Juan 10:10
[1] Éxodo 19:5, Deut. 5:33; 28:1-14, Isaías 9:19 [2] Salmos 112 [3] 2 Corintios 8:9 [4] Efesios 1:3 [5] Génesis 13:1-4 [6] Génesis 26 [7] Génesis 12:1-3; 13:14-20; 22:17
Gracias por compartirnos estas palabras serán de mucha bendición y entendimiento de lo que es vivir en Dios y para Dios
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